“Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” Juan 13:14-15. 

El Señor y sus doce discípulos estaban sentados a la mesa listos para compartir la cena pascual. Todos pasaron por alto un paso fundamental antes de comer: Lavarse los pies. Esto era una costumbre en esos tiempos. Todo el día caminando por calles polvorientas, con sudor en los pies, podríamos decir que más que una costumbre ¡era una necesidad! 

Jesús, sorpresivamente se levanta de la mesa, se ciñe una toalla, toma un recipiente con agua y empieza a lavar los pies de los discípulos. Solo Pedro es capaz de romper el silencio en esa situación porque entiende que Jesús debería ser atendido primero; pero el Señor le ayuda a entender que no hacía esto como un gesto de amabilidad, su meta era enseñarles que una vez que Él se marchara, ellos estarían a cargo de seguir su ejemplo y servir a otros con amor y humildad. 

¿Qué hubiéramos hecho nosotros en lugar de Jesús? Él no intentó tapar los pies de los comensales con el mantel y hacer de cuenta que no pasaba nada… No se quejó ni se burló de los pies sucios de sus hermanos. No criticó ni chismeó con otros lo que habían hecho sus discípulos, aunque hubiera sido un tremendo tema para compartir en WhatsApp. No, el Salvador del mundo no hizo nada de eso. En cambio, se humilló y lavó los pies de todos.

El apóstol Pablo nos explicó en su carta a los Gálatas, cómo hemos de llevar a la práctica el ejemplo de Jesús. «Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (6:1).

Seguramente al lado nuestro tenemos muchas personas con los “pies sucios”, y la crítica y los reproches no contribuyen a limpiar sus pies espiritualmente hablando. Si vamos a seguir el ejemplo del Señor, debemos amar y ayudar a las personas a acercarse a Él para que limpie toda “suciedad”, así como nosotros también necesitamos que nuestros “propios pies” sean limpiados.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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