Rey de reyes hoy me acerco a ti con un corazón contrito y humillado, primeramente dándote gracias  por todo tu amor para conmigo y por tu sacrificio tan grande en la cruz, porque por ese sacrificio hoy tengo vida eterna. Hoy, solo te pido que me ayudes, pues reconozco que soy débil, pero sé que tú te haces fuerte en mis debilidades. Por favor, ayúdame a identificar las mentiras del adversario en mi mente y trae paz a mi corazón. Ayúdame a manejar con tu sabiduría todas las situaciones que enfrente en el día. En el Nombre de Jesús, Amén.

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