Señor mi Dios, antes que nada, me acerco a ti arrepentido y humillado porque sé que he pecado contra ti. Por favor, perdóname y límpiame con tu sangre preciosa y ayúdame a ser la persona que quieres que sea. Me arrepiento de todas mis transgresiones y mis iniquidades, pero por favor no permitas que siga igual, sino que, por favor, lava mi mente, mi corazón y todos mis sentidos para no volver a fallarte. Arranca de mi lo que no te agrada y trata con mi corazón para ser cada día más recto ante tu presencia. Amén.

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