“…hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma.” Hebreos 6:18-19.

No hace mucho tiempo, leí esta noticia. Cinco náufragos fueron rescatados por los servicios de emergencias después de escribir la palabra SOS en la arena de una pequeña y desierta isla situada en el este de Australia. Según los informes, este grupo había quedado atrapado en ese islote durante varias horas hasta que fueron encontrados. Menos mal que la historia terminó bien.

Pero lo interesante de esta historia fue cómo terminaron en esa isla. Ese día, este grupo de personas decidieron salir a bucear en una zona de rocas y bancos de arena. Al llegar al lugar, anclaron su pequeña embarcación y se lanzaron al agua. La sorpresa se la llevaron cuando volvieron a la superficie. ¡El barco ya no estaba! Había perdido el ancla y terminó a la deriva empujado por la marea…

El ancla de un barco es fundamental para mantenerse firme en un lugar sin ser llevado por las olas de una parte a otra. Imagínate en una tormenta. Toda embarcación andaría a la deriva sin un ancla que la mantenga firme.

¡Qué ilustración tan clara sobre nuestra vida espiritual! El mundo es más inestable que un mar embravecido y a menos que afirmemos bien nuestra ancla para permanecer firmes, seremos arrastrados de un lugar a otro.

El autor de Hebreos nos dice que los creyentes hemos puesto nuestra esperanza y seguridad en Cristo, de tal manera que es nuestra “ancla del alma”. Podremos atravesar momentos difíciles, pero si estamos agarrados de Él nos mantendremos seguros.

Afirma tu vida en Cristo. ¡No pierdas tu ancla!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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