“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. 1 Timoteo 2:1-2.

Interceder es algo en lo que debemos estar ejercitados y este tiempo demanda de hombres y mujeres que estén dispuestos a clamar por su familia, iglesia, comunidad y por las autoridades del gobierno para que Dios les dé sabiduría y dirección en las decisiones que hagan.

A veces podemos pensar que no somos buenos orando, que no sabemos cómo hablar con el Señor, pero déjenme decirles que tenemos ayuda. Romanos 8:26-27 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Él pone las palabras y también puede guiarnos a hacer oraciones muy específicas.

En varias ocasiones Dios me ha despertado para interceder por ciertas personas. Recuerdo una en particular, ocurrió hace varios años atrás. Eran las cuatro de la madrugada y escuché la voz del Espíritu Santo mencionándome un nombre y apellido. Comencé a orar por esa persona sin saber absolutamente nada, hacía mucho tiempo que no sabía nada de él. Después de dos años nos volvimos a encontrar por casualidad, entonces le compartí lo que me había sucedido. Le comenté el día y la hora exacta que había orado por él y me dijo: “Esa noche tuve un ataque al corazón, y Dios me salvó milagrosamente de la muerte…”.

Estos tiempos demandan que el pueblo de Dios se levante e interceda para ver obrar a Dios. En el Salmo 3:4 David escribió: “Con mi voz clamé a Dios, y Él me respondió…”

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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