“Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.” Mateo 14:28-29.
 
La mayoría de nosotros tenemos lo que podríamos llamar “zona de comodidad espiritual”, es decir, ese lugar desde donde podemos manejar nuestra vida sin tener que hacer un ejercicio de fe audaz. Sin embargo, si queremos experimentar algo más del poder y la presencia de Dios, tendremos que comprometernos a un acto de confianza extraordinaria y dar un paso de fe en la dirección que el Señor nos pueda estar indicando.

Al estudiar la Palabra de Dios, encontramos muchísimos ejemplos de personas que se encontraron frente a grandes desafíos, y aunque cada historia es muy diferente, todas tienen algo en común, antes del milagro todas debieron dar un primer paso de fe.

En Mateo 14:22-29 encontramos la historia de Pedro caminando sobre el agua. Al hablar sobre este hecho, muchas veces se enfatiza la poca fe del apóstol porque terminó hundiéndose en el mar, pero nos olvidamos que a la barca subieron todos los discípulos: “Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera…” (v.22). Todos se encontraban en las mismas situación, pero solo uno estuvo dispuesto a dar un paso de fe y tener la experiencia de su vida, y ese fue Pedro.

Todos sabemos lo que es “sentir el viento fuerte”. Comenzamos algo llenos de esperanzas, motivación y entonces comienza el vendaval, surgen los obstáculos, problemas inesperados, personas que nos fallan, y en lugar de avanzar sentimos que nos hundimos… Este es el momento para decidir si seguiremos adelante o nos retiraremos a nuestra zona de “aparente seguridad” y nos perderemos la oportunidad de crecer y experimentar el momento en el que Dios le ordene al “viento y a las olas” que se calmen.

Cada vez que decida crecer, eso incluirá nuevos desafíos. La decisión de desarrollar una fe fuerte siempre involucra una elección entre la comodidad o el “riesgo”.

La barca puede tomar el nombre de cualquier cosa que esté impidiendo que demos el paso de fe que nos aleje de los límites acostumbrados. Cada vez que dudamos, nos quedamos dentro de la barca. Cada vez que el miedo nos impide tomar decisiones audaces, estamos dentro de la barca. Cada vez que creemos que algo es imposible o que aceptamos algo inferior a lo que Dios nos prometió, nos quedamos dentro de la barca…

¿Cuál es su barca? ¿En qué área de su vida le cuesta confiar completa y valientemente en el Señor? Abandonarla puede ser lo más difícil que haya hecho jamás, pero si quiere ver lo que nunca vio, tendrá que dar el paso que nunca dio.

Cortesía Alexandra Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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