Todos tenemos un “banco de recuerdos” en donde hacemos depósitos diariamente casi sin darnos cuenta. Nuestros recuerdos no se ven, pero tienen un efecto muy poderoso sobre nuestra vida.

Durante la crisis financiera que vivió este país hace algunos años, aprendí un nuevo término: Activos tóxicos. Como no soy una experta en economía quise saber de qué se trataba. En palabras sencillas, cada vez que usaban este término se referían a “bienes problemáticos”, cosas que las entidades financieras debían aislar para que la banca se recupere.

Cuando hablamos de algo tóxico nos referimos a aquello que produce alteraciones o trastornos graves. Entonces, déjeme preguntarle, ¿hay algún “activo tóxico” en su banco de recuerdos que sea necesario eliminar? ¿Palabras hirientes, abusos, engaños, rechazos, traiciones, pérdidas? Si su mirada interior está puesta sobre aquellas cosas que cambiaron el rumbo de su vida, sobre aquellas cosas que nunca debieron pasar, entonces está en peligro.

Usted puede ser un creyente fiel, leer la Biblia, orar, asistir a la iglesia, servir al Señor y aun así estar caminando con cargas que le roban la paz y le impiden seguir creciendo. Dios no desea que viva bajo ese peso. Él envió a su Hijo para hacernos libres y darnos una nueva vida.

Enfrentarse a esos “gigantes” es muy difícil, pero si no lo hace seguirán controlando su vida. Algunas personas se han acostumbrado tanto a convivir con ellos que han perdido la capacidad de detectar el daño que les están ocasionando.

Ocultar, negar o ignorar no hace que desaparezcan los efectos que esos recuerdos tienen sobre nuestra vida. Por el contrario, prolonga nuestro dolor y nos incapacita emocionalmente. Así que necesitamos tratar esos recuerdos adecuadamente. A veces debemos recurrir a alguien maduro espiritualmente que nos ayude a dar esos pasos o que simplemente permanezca a nuestro lado mientras los damos.

Si queremos avanzar, no debemos mantener la atención sobre el pasado, sería como conducir mirando siempre por el espejo retrovisor, y usted sabe cuáles serían las consecuencias. En Isaías 43:14,18-19 leemos: “Así dice Jehová, Redentor vuestro… No os acordéis de las cosas pasadas ni traigáis a la memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva…”

Dios es el único que puede hacer todo nuevo. No borrará su memoria, pero sanará sus heridas y quitará el efecto paralizante y destructivo que esos activos tóxicos pueden estar teniendo sobre su vida.

No espere un día más, vaya al Señor y dígale: “Padre, no quiero que mis pensamientos estén anclados en recuerdos que me hacen daño. Quiero ser verdaderamente libre. Ayúdame a dar los pasos que yo solo no puedo dar. Pongo mi confianza en ti y creo que me guiarás”.

Cortesía Alexandra Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp