Amado Dios, vengo a ti con mi corazón abierto y rendido a ti, pues reconozco que todo lo que tengo y lo que soy ahora, a ti te lo debo. Admirable consejero, me postro ante ti y entrego mi corazón completamente para que tú me transformes, así como un alfarero trabaja en un vaso de barro. Reconozco que necesito que cambies muchas cosas de mi corazón y mi carácter para lograr parecerme más a ti. Trata conmigo mi Señor y hazme la persona que tú quieres que sea, en el Nombre de Jesucristo mi salvador, Amén.

compartir por messenger
compartir por Whatsapp