Bendito Dios y padre bueno, hoy vengo a ti, postrado, dispuesto a ser transformado, porque reconozco que mi corazón necesita mucho más de ti. Señor, aquí está mi corazón, hecho pedazos, muy sucio y dañado, reconociendo que necesita del toque del alfarero, pues solo tú puedes restaurarlo, limpiarlo y hacer de él algo nuevo y maravillosos. Por eso, hoy mi Dios estoy ante ti anhelando un toque de tu amor, un toque del maestro que sé que puede hacer un gran milagro en mí, Amén.

compartir por messenger
compartir por Whatsapp