“Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes para cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan?” 2 Crónicas 32:2-4.

Cuando Ezequías asumió el reinado de Judá, encontró a la nación en un estado espiritual deplorable. Los anteriores reyes habían despojado la casa de Dios e hicieron alianzas con el enemigo y sus dioses. Entonces Ezequías comenzó a limpiar a Jerusalén de la idolatría, a volver a establecer la ley de Dios en el pueblo, a celebrar la Pascua y a poner a los sacerdotes y levitas en sus posiciones según lo que Dios había dicho.

Creo que ya sabes lo que sucede cuando comenzamos a buscar a Dios para restaurar nuestra relación con Él: el enemigo intentará detenernos con todo tipo de estrategias. A él no le conviene que Dios tenga el primer lugar en nuestra vida, por eso se movilizará para detener nuestra búsqueda espiritual. Pero hay algo que podemos hacer para contrarrestar sus ataques tomando el ejemplo de Ezequías.

Cuando el rey de Judá se enteró de que los asirios habían destruido a Samaria y se estaban acercando a Jerusalén, fue proactivo, se adelantó a la situación, y actuó rápidamente cortando todas las fuentes de agua externas para no darles oportunidades de conquista.

La Palabra de Dios dice que Satanás no puede tocar a un hijo de Dios. “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.” (1 Juan 5:18). Entonces intentará enviarnos dardos de fuego con pensamientos de duda, temor, ansiedad, pero también con tentaciones para distraernos y que no obedezcamos lo que Dios nos ha dicho.

Conociendo las estrategias del enemigo, ¡no lo alimentes! ¡No satisfagas sus deseos! Cuando lleguen tentaciones a tu vida, resiste. Si quieres salir victorioso de cualquiera de ellas, no coquetees con lo que te hará caer. Huye de todo lo que se interponga en tu relación con el Señor.

Si estás sometido a Dios, resistes al diablo, entonces al fin huirá de ti. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7). El Señor Todopoderoso es tu defensa y siempre te ayudará si acudes a Él.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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