“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir» Mateo 25:1-13.

Algunos a los largo de la historia se han aventurado a decir cuándo podría producirse el regreso del Señor, pero debemos recordar que Él dijo que nadie sabe el día ni la hora sino solo el Padre.

Pero algo sí sabemos, y es que el Señor nos dijo que debemos “velar”, en griego “gregoreo”, que significa mantenerse despierto, estar vigilantes, alertas, preparados para el momento en que nos encontremos con Él.

Muchas cosas pueden llevarnos descuidar nuestra relación con el Señor y enfriarnos al punto de hacernos olvidar que un día Él vendrá por nosotros. Las vírgenes insensatas de esta parábola representan justamente a aquellos que se vuelven indiferentes, apáticos, que han perdido todo interés en las cosas de Dios.

El apóstol Pablo menciona en Romanos 13:12 que “la noche está avanzada, y se acerca el día…” por lo tanto, debemos estar bien despiertos y sacudir de nuestras vidas aquello que nos quiere adormecer espiritualmente.
Cuando el Señor venga nos debe encontrar entre el grupo de los prudentes, aquellos que sabiendo que el esposo va a venir, están preparados para entrar con Él a las bodas.

“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”. Apocalipsis 19:9.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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