“Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.” Marcos 10:50.

Bartimeo era un hombre ciego conocido por todos. Siempre se sentaba en el mismo lugar, pedía limosna a todo el que pasaba, y tal vez conversaría con algunos. Cuando este ciego se enteró de que Jesús estaba cerca, comenzó a llamarle a gritos. La gente hizo todo lo posible para que se callara, pero fue imposible. Él había escuchado sobre los milagros que hacía el Señor y no quería dejar pasar su única oportunidad de ser sanado.

Cuando Jesús se detuvo y mandó llamarle, leemos que Bartimeo “arrojó su capa” y le ayudaron a ir a su encuentro. Es importante notar que no dice que “dejó” su capa, sino que la arrojó lejos.

Parece ser que en tiempos bíblicos se podía tomar la túnica de una persona como fianza, pero nunca la capa porque era indispensable. Algunos comentaristas han dicho que la capa de Bartimeo incluso tenía una inscripción que decía “ciego” para que los transeúntes lo supieran y estuvieran dispuestos a ayudarle con limosnas.

Eso significa que Bartimeo arrojó lo único que tenía, lo que le identificaba como menesteroso y se dirigió a Jesús. Esa acción nos habla de su fe. Él estaba seguro de que el Señor podía ayudarlo. Y así fue. El hijo de Timeo fue sano y también salvo. “Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.” (v. 52).

Y tú, ¿qué tienes que dejar para venir a Jesús? ¿Qué te impide dar ese paso de fe? ¿Qué debes “arrojar lejos”? Estoy seguro que sabes muy bien los pasos que debes dar para poner toda tu confianza en el Señor. No tengas temor, “arroja tu capa”, levántate y pon tu fe en acción. Haz la decisión correcta y podrás ver a Dios obrando con poder en tu vida.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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