“Cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios”. 2 Crónicas 5:13-14.

El templo de Salomón estaba terminado. Colocaron todo lo que era mandatorio según la ley de Dios. El gozo interior y la satisfacción de tener todo listo eran enormes, pero no había gloria aún.

Una vez que todos los sacerdotes salieron del templo, comenzaron a albar a Dios. “Los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas” (v. 12). ¡Todo un concierto para alabar y dar gracias a Dios!

De repente, cuando comenzaron a levantar más y más la voz y hacer sonar los instrumentos ¡la gloria de Dios descendió en ese lugar! Él llenó el templo con su presencia y ningún sacerdote podía entrar. ¡Dios estaba disfrutando la alabanza de su pueblo!

Dios se mueve sobrenaturalmente en medio de la alabanza. Lo vemos en esta ocasión, pero también durante una de las batallas que libró Josafat. “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros” (2 Crónicas 20:22). En la vida de Pablo y Silas. “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron” (Hechos 16:15-16).

La adoración genuina le permite al Señor llenar nuestra mente y corazón con su presencia. Cuando le alabamos, suceden cosas extraordinarias en nuestra vida.

¡Comienza a alabarle por quién es Él y lo que ha hecho en tu vida!

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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