“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Efesios 3:20-21.

¿Sabes cuántas veces habrá orado el apóstol Pablo por una necesidad esperando que Dios actuara de una manera y lo hizo de otra? Puedo imaginar algunas de sus oraciones: “Señor, que no me apedreen”. “Que no se hunda este barco”. “Quítame este aguijón de mi carne…” Muchas de sus oraciones no tuvieron las respuestas que humanamente estaba esperando, sin embargo, Pablo sabía que todo ayuda a bien a los que aman a Dios.

Los planes y propósitos del Señor son perfectos. Cuando oramos sujetos a lo que Él quiere hacer, todo lo encamina para bien. Si el barco no hubiera naufragado rumbo a Roma, nadie en la isla de Malta hubiera sido salvo. Si no lo hubieran apresado en Filipos, el carcelero y toda su casa no hubieran aceptado al Señor. Por eso Pablo también pudo decir: “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás”. (Filipenses 1:12). Dios sabe cómo sacar cosas buenas de las peores situaciones.

Por todo eso, Pablo llega a la conclusión de que al orar, debemos confiar que las respuestas del Señor a nuestras oraciones son perfectas. Si permite aquello que podría haber cambiado con su poder, entonces es con un propósito determinado.

Cuando te suceden cosas inesperadas, ¿cómo reaccionas? Te enojas, te frustras, te quejas… Si es así, te estás olvidando Quién es tu Dios. Si Él tiene el control de tu vida, debes descansar en su infinito conocimiento y poder. El Señor ve más allá de lo que tú puedes ver y conoce tu futuro a la perfección.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp