“Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.” Hebreos 11:27.

La huida de Egipto fue la etapa más difícil en la vida de Moisés. Tuvo que dejar a su familia, a su pueblo, sus comodidades y vivir en el desierto. Este héroe de la fe había sido instruido en el camino del Dios verdadero por su madre. Había escuchado de todos los milagros que hizo a favor del pueblo hebreo, pero ahora partía con rumbo desconocido sin saber qué le depararía el futuro. Sin embargo, todo ese tiempo “se sostuvo como viendo al Invisible”.

“Invisible”, en griego, es la palabra ahorátos que significa “imposible de ver, incapaz de ser visto”. Nadie pudo ver el rostro de Jehová, ni siquiera el mismo Moisés en aquella gran revelación de su gloria. La Biblia dice que nadie puede ver al Padre, excepto a través de Jesucristo, “la imagen del Dios invisible”.

El escritor de Hebreos usa un juego de palabras y nos llama la atención con una paradoja. La palabra “viendo” en griego es horáo que significa “fijarse, discernir claramente, mirar, experimentar”. Moisés se sostuvo “viendo lo imposible de ver”, pero ¡posible de experimentar! Aunque nunca pudo ver su rostro, lo pudo sentir y vivir bajo su presencia. Sus experiencias con Dios fueron el resultado de su fe en Él.

La fe es “la convicción de lo que no se ve”. Cuántas veces se ha usado e interpretado este versículo de manera incorrecta, sugiriendo que podemos obtener lo que queremos de Dios si tan solo lo “visualizamos”. Pero no es lo que tenía en mente el Espíritu Santo cuando inspiró al escritor de Hebreros al hacer esta declaración. La convicción de lo que no se ve comienza con nuestra relación con el Señor. “¡Bienaventurados los que no vieron y creyeron!” Por eso Moisés es puesto aquí como un ejemplo de verdadera fe. Aunque no lo podía ver, podía creer que caminaba bajo su presencia continua, que tenía de Él las fuerzas para seguir adelante, la sabiduría para tomar decisiones, la esperanza para mantenerse firme.

Somos llamados a tener la misma fe que Moisés. Cuando todo parece ir en sentido contrario, cuando la esperanza parece desvanecerse, cuando la soledad nos empieza a embargar el corazón, debemos poner nuestra mirada en Dios, entonces nos daremos cuenta de que no estamos solos.

Mirando al Invisible no deberíamos estar ansiosos por el futuro ni preocupados por el mañana, pues Él tiene el control y está guardando nuestro destino en sus manos.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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