La generosidad de Dios en la naturaleza

65 Tuya, Dios, es la alabanza en Sión,
y a ti se pagarán los votos.
Tú oyes la oración;
a ti vendrá toda carne.
Las iniquidades prevalecen contra mí,
pero tú perdonas nuestras rebeliones.
Bienaventurado el que tú escojas y atraigas a ti
para que habite en tus atrios.
Seremos saciados del bien de tu Casa,
de tu santo Templo.

Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia,
Dios de nuestra salvación,
esperanza de todos los términos de la tierra
y de los más remotos confines del mar.
Tú, el que afirma los montes con su poder,
ceñido de valentía;
el que sosiega el estruendo de los mares,
el estruendo de sus olas,
y el alboroto de las naciones.
Por tanto, los habitantes de los confines de la tierra temen ante tus maravillas.
Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.

Visitas la tierra y la riegas;
en gran manera la enriqueces.
Con el río de Dios, lleno de aguas,
preparas el grano de ellos cuando así la dispones.
10 Haces que se empapen sus surcos,
haces correr el agua por sus canales,
la ablandas con lluvias,
bendices sus renuevos.
11 Tú coronas el año con tus bienes
y tus nubes destilan abundancia,
12 destilan sobre los pastizales del desierto
y los collados se ciñen de alegría.
13 Se visten de manadas los llanos
y los valles se cubren de grano;
¡dan voces de júbilo y aun cantan!

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