Santo Dios poderoso, bueno, eterno y misericordioso, en esta hora, rindo a ti mi vida y mi corazón, porque entiendo y reconozco que necesito de ti, como un niño que necesita el cuidado y la dirección de su padre. Dios mío, hoy te pido que sacies mi sed de ti y me llenes con la presencia de tu Santo Espíritu. Rindo a ti mi voluntad para que me direcciones en tu propósito Divino. Te ruego que moldees mi carácter y me ayudes a reflejar el Fruto del Espíritu y no permitas que me aparte de tu presencia. Amén.

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