«Amado Padre de gloria, te doy gracias por todo lo bueno que has sido conmigo y como un hijo pródigo, decido volver a ti, con un corazón humillado y completamente rendido a ti. Límpiame, sáname y vuelve tu rostro a mí para perdonarme. Anhela hoy mi corazón volver a sentir tu amor paternal, que me abraza y me dice, “hijo mío, aquí estoy”. Declaro hoy que te necesito, que no quiero volver atrás, sino que anhelo a partir de hoy marcar un antes y un después para rendir mi vida en servicio a ti, amén.»

compartir por messenger
compartir por Whatsapp