“SEREMOS CONSOLADOS”

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” Mateo 5:4.

La palabra llorar en griego es penthountes y hace alusión al llanto que no se puede reprimir, que se manifiesta con gestos de dolor. En la Biblia se emplea con mayor frecuencia cuando se refiere al lamento por la pérdida de un ser querido, por arrepentimiento de algún pecado, o por los dolores y pecados de otros.

Jesús conoce nuestras aflicciones, nuestro dolor, nuestro quebranto. Él también derramó lágrimas en Getsemaní por nuestros pecados al tomar nuestro lugar en la cruz. Incluso lloró por Jerusalén, por la dureza de los corazones de sus habitantes. Jesús nos entiende, siempre sabe lo que nos pasa. Él que conoce el dolor humano y está totalmente capacitado para consolarnos.

Hay promesas de consuelo para el que llora. La Palabra de Dios dice que en la eternidad Dios enjugará toda lágrima de sus hijos. “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará… y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7:17). Pero también nos promete consuelo ¡aquí y ahora!  “Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor” (Jeremías 31:13).

Por sobre todas las cosas, Jesús envió al Espíritu Santo, el Consolador por excelencia, para que esté con nosotros todos los días de nuestra vida. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” Juan 14:16-17.

Permite que el Espíritu Santo te recuerde la Palabra, te consuele y llene de gozo y paz en este día.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

 

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