“TEST SOBRE EL ENOJO”

“Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?” Jonás 4:4.

Jonás conocía a Dios bastante bien. Como profeta estaba acostumbrado a escucharlo y hablar de parte suya al pueblo. Conocía su carácter en muchos aspectos y también su obra. El profeta había sido enviado a predicarles a los ninivitas, un pueblo sanguinario, vengativo, cruel, despiadado, idólatra. Cuando fracasó su primer intento de unas vacaciones en un crucero a Tarsis, no tuvo más remedio que ir a predicar a Nínive. Y sorpresa, ¡la ciudad entera se convirtió! ¡Aleluya! ¡Qué avivamiento Jonás…! ¿Jonás? ¿Estás bien…?

Jonás estaba enojado, muy enojado. Ahora esta ciudad rebelde estaba siendo perdonada por Dios y para Jonás eso era injusto. “¡Merecían el castigo! ¡Yo sabía que esto iba a pasar! ¡Dios perdona al que debe ser condenado!”. Jonás olvidó la misericordia de Dios.

Quizás “tengamos razón” para enojarnos, pero “perdemos la razón” cuando nos airamos. Nadie dice que no podemos enojarnos, pero todo tiene un límite. Fíjate cómo responde Dios a la oración iracunda de Jonás: “¿Haces bien?” ¿Estás seguro que tu enojo tiene sentido? ¿Hasta dónde puede llevarte el enojo? ¿Has considerado todos los aspectos de esta situación para saber lo que es realmente justo y dónde aplica la misericordia?

Pero lo que más me llama la atención de la pregunta de Dios es la última palabra: “¿Haces tú bien en enojarte… tanto?”. En otras palabras: “¿Estás enojado hasta el punto de querer morirte, es decir, cortar todos los procesos y propósitos que tengo con tu vida Jonás?

Actuar con ira descontrolada es darle lugar al diablo. Ya lo dijo Pablo en Efesios 4:26-27: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” Podemos enojarnos por conductas pecaminosas, injusticias, falta de temor de Dios, pero cuando nuestro enojo es resultado de nuestro orgullo, entonces comenzamos a darle lugar al diablo. Sus malos pensamientos, como darnos de fuego, comienzan a hacer su trabajo en nuestra mente y corazón.

No sabemos cómo termina la historia personal de Jonás, pero su libro nos habla de la misericordia, perdón, compasión y amor de Dios. Nos recuerda que todos necesitamos su misericordia, por lo tanto, si Dios me perdonó, yo debo perdonar; si Dios tuvo misericordia conmigo, yo debo tener misericordia.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini

Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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