“CÓMO DEBEMOS ESPERAR”

“Dame la zona montañosa que el Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a los descendientes de Anac que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como Él lo dijo. Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón por heredad.” Josué 14:12-13.

Caleb era parte de un pueblo de casi tres millones de personas que recibieron las mismas promesas, pero solo él y Josué las creyeron. El resto de su generación no entró a Canaán por incredulidad y fueron muriendo en el desierto durante los cuarenta años que duró la travesía.

Hay lecciones muy importantes que podemos aprender al observar la vida de Caleb mientras aguardaba el cumplimiento de la promesa.

Caleb no dudó a pesar del tiempo que debió esperar. “Yo tenía cuarenta años cuando Moisés me envió desde Cades-barnea a explorar la región… Entonces Moisés me juró: ‘La tierra en que has puesto el pie será siempre tuya y de tus descendientes…’ Ahora tengo ochenta y cinco años,  por eso te pido que me des la región montañosa que el Señor me prometió.” Josué 14:7,9,10,12. El tiempo no debilitó la fe de Caleb; sabía que Dios siempre cumple lo que promete.

Se mantuvo fiel al Señor. La espera, las presiones, las dificultades, un ambiente de quejas, miedo… podrían haber hecho retroceder a Caleb como lo hizo el resto del pueblo excepto Josué, pero no lo hizo. Su obediencia y fidelidad a Dios eran inquebrantables. “Los que fueron conmigo hicieron que la gente se asustara, pero yo me mantuve fiel a mi Dios y Señor. Entonces Moisés me juró: La tierra en que has puesto el pie será siempre tuya… porque te mantuviste fiel a mi Dios y Señor.” Josué 14:8-9.

No se dejó intimidar por los desafíos que tenía por delante. La tierra que Dios le había prometido había que conquistarla y esto en ningún momento le hizo pensar en tomar un camino más fácil o aceptar algo inferior a lo que el Señor le había prometido. Caleb le dijo a Josué: “¡Dame este monte con anaquitas y todo! ¡Dame las ciudades fortificadas y los gigantes!” Tenía un espíritu conquistador y nunca se dejó intimidar.

Hizo la parte que le tocaba. Caleb no se cruzó de brazos esperando que Dios hiciera la parte que le tocaba a él. El Señor le fortalecería, le daría sabiduría y recursos para conquistar, pero Caleb debía tomar posesión de lo que era suyo. La historia bíblica nos dice que Caleb conquistó la tierra y echó a los gigantes: “Mas a Caleb hijo de Jefone dio su parte entre los hijos de Judá, conforme al mandamiento de Jehová a Josué; la ciudad de Quiriat-arba padre de Anac, que es Hebrón. Y Caleb echó de allí a los tres hijos de Anac, a Sesai, Ahimán y Talmai, hijos de Anac.” (Josué 15:13-15).

¿Qué promesas te ha hecho el Señor? ¿Estás esperando su cumplimiento con fe? Dios hará exactamente lo que ha prometido; pero nuestra parte es seguir creyendo y mantenernos fieles a Él.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

 

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