“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Lucas 12:15.

Jaime era un cristiano gozoso, servicial, trabajador, muy responsable en el cuidado de su familia y obediente a Dios en todo. Un día le ofrecieron un trabajo en el que ganaría un dólar más la hora. Empezó a hacer cuentas, y vio que con ese aumento podría pagar la cuota de un nuevo automóvil. Pero Jaime no consideró que el nuevo trabajo le quedaba más lejos y que eso le robaría tiempo para estar con su familia.

Al poco tiempo, Jaime pensó que si añadía otro dólar más a sus ganancias podía pagar la cuota de un pequeño bote para salir a pescar los fines de semana con su familia. Aunque la pesca no era el deporte favorito de sus hijos, le permitiría pasar tiempo con ellos. Pero no podía pedir un aumento de sueldo, entonces la solución fue trabajar horas extras, lo que hizo que al llegar a su casa solo pudiera ver a sus hijos durmiendo; pero se consolaba pensando que los vería al día siguiente.

Luego del carro y el bote, siguieron otras cosas, pero necesitaba ganar un dólar más para cubrir esos gastos. Entonces decidió trabajar los fines de semana. “El Señor entiende -pensó-. Si por unas semanas no voy a la iglesia y miro los servicios por internet es lo mismo”. Entonces dejó de congregarse y su esposa e hijos asistían solos a la iglesia.

Con el tiempo comenzaron los problemas en la familia, y Jaime solo podía pensar que nadie valoraba los esfuerzos que estaba haciendo. Entonces empezó a compartir más tiempo con una compañera de trabajo que parecía más divertida, comprensible y cariñosa que su esposa… Tal vez puedas imaginar el resto de la historia…

Jaime perdió a su esposa, a sus hijos, su iglesia y su relación con Dios. Y todo comenzó por ganar un dólar más. En realidad el problema no fue el dinero, sino la avaricia, la ambición desmedida terminó atrapándolo.

Esta parábola nos deja muchas enseñanzas. Crecer y prosperar financieramente no es malo, pero si lo hacemos sin contar con la sabiduría que Dios promete darnos, terminaremos cambiando las prioridades, atrapados en el materialismo y perdiendo lo que es realmente valioso.

Jesús terminó su mensaje con un principio que debe regir nuestra vida: “Mas buscad primeramente el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas” (v. 31). Si Dios está en primer lugar en tu vida, entonces lo que debe seguir es tu familia. Las demás cosas, si confías en Él, las añadirá a su tiempo.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp