«HOMBRES CON BOLSILLOS CONSAGRADOS»

Proverbios 11:24,25,28: “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado… El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.”

La Biblia está llena de pasajes donde nos hablan de la bendición de ser generosos. La generosidad es un atributo de Dios que debe imitarse como un hijo amado que desea parecerse a su Padre.

Dios nos enseña a ser generosos. Nosotros como padres debemos enseñar a nuestros hijos a ser generosos. Por supuesto que nuestros padres deberían habernos enseñado a nosotros primero. Pero si este no fuera el caso, podemos comenzar la primera lección de generosidad ahora mismo.

Cuando la Palabra de Dios nos habla de generosidad no desea hacerlo solo en términos de acciones, sino que va más allá y profundiza en nuestro carácter. La cuestión no es dar de vez en cuando con generosidad, sino llegar a SER generosos. Una persona generosa siempre dará con generosidad.

Cuando somos generosos nuestro carácter se va pareciendo al de Cristo. Comenzamos a estar desprendidos de las cosas materiales, no porque no las necesitemos sino porque no son ídolos en nuestra vida.

El ser generosos nos conecta más con el corazón de Cristo. Cuando vemos las necesidades queremos suplirlas y ser parte de lo que haría Jesús en nuestro lugar.

Aprendemos a depender más de Dios. De hecho, este pasaje dice que el que reparte más, recibirá más todavía. Dios puede confiarnos más en la medida en que podamos ser canales a otros.

Tenemos una vida más ordenada. Antes malgastábamos el dinero. Un joven de nuestra iglesia nos decía que él gastaba más de 500 dólares cada viernes en cervezas. ¿Por qué se nos juzga a los cristianos que damos dinero a la iglesia? ¿Por qué calumnian a los pastores de tomar dinero de la gente cuando no tienen pruebas para demostrarlo? Si alguien gasta 500 dólares en alcohol que es perjudicial para la salud, que trae trastornos físicos, psíquicos, emocionales, que rompe familias enteras, será aplaudido por sus amigos, pero si alguien invierte en el Reino de Dios ese dinero, es criticado. Por eso, un generoso no escucha las críticas, opiniones mal fundadas, los consejos de seguidores de malos caminos. Solo se aferra a la Palabra y actúa con el corazón de Cristo.

El detalle está en el último versículo: Un hombre de Dios no confía en las riquezas, confía en Dios que es el Proveedor. Sabe que el Padre se ocupará de cada necesidad, suplirá en abundancia, y seguiremos siendo canales de bendición a otros.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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