«Bendito Padre celestial, mi Dios bueno y misericordioso, en este momento vengo a ti a rendir mi corazón porque entiendo y reconozco que necesito de ti. Mi Dios, así como el ciervo brama por las corrientes de agua, así hoy mi alma esta sedienta y necesitada de tu presencia. Por eso, hoy me postro ante ti y humillo mi corazón para pedirte que me perdones, me limpies y hoy sacies este sediento corazón con tu presencia. Llena y consume todo mi interior, quemando con tu fuego todo lo que no te agrada y sustituyéndolo con tu amor, tu paz, gozo, paciencia, benignidad, mansedumbre y templanza. Amén.»

compartir por messenger
compartir por Whatsapp