«Mi Dios eterno, en este momento me acerco a ti con el corazón hecho pedazos, acongojado y lastimado, turbada mi alma y mi espíritu, pero confiando en que tú eres la solución para mi vida. Por eso, pese al valle de tinieblas que atravieso, sé que tú estás conmigo y te pido que por favor, me escuches y me consueles, seques mis lágrimas y me hagas sentir nuevamente el gozo de tu salvación. Restaura nuevamente mi corazón y permite que vuelva a palpitar confiando en tus promesas. Dios mío, responde mi clamor y ven a socorrerme, porque ahora es cuando más necesito que me sostengas. Amén.»

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