«Santo cordero de Dios, te doy la gloria y la honra porque tú has tenido cuidado de mí, porque me has amado y me sigues demostrando tu amor con cada día que me permites vivir. En este momento, me acerco a ti con un corazón sencillo y agradecido por permitirme disfrutar nuevamente de tu presencia. Mi Señor, no quiero comenzar este día sin haberte dicho cuanto te amo y sin pedirte que por favor tú me acompañes en cada paso que dé y en cada actividad que realice. Que seas tú mi Dios dirigiendo cada decisión que tome. Amén.»

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