“A LA PRÁCTICA”

Santiago 1:22-25: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”
 
Dios nos habló este fin de semana abundantemente. Cada área de nuestra vida ha sido cubierta. Ya no tenemos la excusa de que no sabemos lo que Dios quiere o que su voluntad es difícil de distinguir. Ahora vayamos a la práctica. Qué vamos a hacer con lo que recibimos. Hagamos un recuento:
 
Ya sabemos la misión que tenemos: Hacer discípulos, en todo lugar, en todo tiempo. Comencemos por las personas que nos rodean: Nuestros hijos, cónyuge, padres, hermanos, tíos, abuelos… ¡Predícale hasta a tu suegra! ¡No sabes lo maravilloso que es la vida con una suegra que realmente ama a Cristo! No significa que vas a ser un Billy Graham de un día a otro. Comienza de manera sencilla, con tus propias palabras, aprovecha cada oportunidad para hablar de lo que Cristo hizo en ti: Tu matrimonio en restauración, la recuperación de tus relaciones perdidas, el nuevo comienzo de amar y estar presente en la vida de tus hijos, etc.
 
Córtale la cabeza a cada Goliat de tu vida. Acuérdate que para tener la victoria permanente no alcanza con tirarle piedras aunque le pegues en la frente. Hay que cortarle la cabeza. Arranca de tu vida todo aquello que es de tropiezo a tu vida espiritual, lo que detiene tu fe, lo que te hace retroceder, lo que te estanca. Toma decisiones drásticas. A veces hay que dejar de lado amistades que no edifican.
 
Mantén tu altar siempre preparado. Si estuvo durante un tiempo abandonado, repáralo nuevamente. Pon cada piedra en su lugar. Establece las prioridades correctas en tu vida. Construye con material imperecedero. No inviertas en la superficialidad. Tu tiempo es valioso y Dios te da los recursos que necesites. Que tu vida refleje siempre el fuego de Dios, el poder del Espíritu en ti.
 
Enciende a otros. Eres un carbón encendido por Dios para contagiar. Tu fuego avivado motivará a otros a buscar de Dios. Si tú mueves tu barca, otras barcas se moverán. Si otros no oran, toma tú la iniciativa, si nadie quiere evangelizar, da el primer paso. Si nadie quiere cantar, alza tu voz y deja que Dios use tu canto para su gloria. Sé un agente de cambio.
 
Entrégate cada día a Dios y Él hará su obra. 

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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