«LÍBRAME DE LOS HOMBRES MUNDANOS»

Salmo 17:13b-15 dice: “Libra mi alma de los malos con tu espada, de los hombres con tu mano, oh Jehová, de los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida, y cuyo vientre está lleno de tu tesoro. Sacian a sus hijos, y aun sobra para sus pequeñuelos. En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.”
 
Esta es una oración de David pidiendo protección contra los hombres malos, los que siguen la corriente del sistema del mundo. En este salmo, el autor los describe como “hombres mundanos” y le pide a Dios que lo libre de ellos.
 
Un “hombre mundano” es alguien que ha puesto a la filosofía del mundo como designio para su vida. Un hombre mundano evidentemente ama al mundo, está conformado al mundo, vive para ganarse la popularidad del mundo, las ambiciones del éxito del mundo, el placer y riquezas aunque las consiga por medios dudosos.
 
El hombre mundano obtiene “su porción en esta vida”. No piensa en la eternidad. Sus objetivos son temporales, su propósito es egoísta y todo lo que desea alcanzar debe estar aquí y ahora.
 
Aparentemente, al hombre mundano las cosas le van bien. Sus “vientres están llenos”, incluso también “sobra para sus pequeñuelos”. Sus necesidades están satisfechas y parece tener todo controlado. Se ve que a su familia no les falta nada y el futuro suena prometedor… Por lo menos, eso parece hoy, a los ojos de otros mundanos.
 
Pero David hace una pausa y declara: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.” En esta afirmación, está poniendo toda su esperanza en Dios. Está mirando hacia la eternidad, cuando lo vea cara a cara y todo estará muy claro para él, todo se entenderá según sus propósitos. Sabe que aquí y ahora hay muchas cosas que son superficiales, pasajeras, corruptibles, pero sembrar para la eternidad es imperecedero.
 
Además, el salmista descansa en la justicia de Dios, porque a los que hoy parece que les va bien, mañana tendrán que enfrentarse con Dios y responder por las maneras que obtuvieron sus beneficios, placeres, riquezas, fama y poder. Dios sigue sentado en su trono y eso significa que tiene el control de todo.
 
Nuestra oración debe estar unida a la de David: “¡Líbrame… de los hombres mundanos!”. ¡Líbrame de pensar como ellos! ¡Líbrame de actuar como ellos! ¡Líbrame de hacer alianzas con ellos para seguir sus caminos!
 
Dios dijo en Jeremías 17:19: “Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”. Dios nos libra de seguir el camino de los hombres mundanos para poder guiarlos a ellos a la santidad y temor de Dios. Somos los canales que Dios quiere usar para convertirlos en hijos de Dios.
 
Dios nos llama a ser hombres santificados. Hombres que se someten a la guía del Espíritu Santo, que reconocen su voz y la obedecen. Que pueden mirar a los hombres mundanos con la mirada de Jesús: Ellos viven bajo el maligno, esclavos del pecado, no tienen salvación, necesitan la gracia de Dios.
 
Dios nos ha llamado a ser luz y guía para los “hombres mundanos”, pero jamás lo seremos siendo mundanos. Debemos marcar una diferencia con la santidad, entonces ellos la verán y anhelarán la vida extraordinaria que nos da Jesucristo.
 
Hombre de Dios, Él te llama a ser un ejemplo de la maravillosa vida cristiana guiada por el Espíritu. Mira hacia arriba, donde Cristo está sentado en su trono reinando con justicia. Aprópiate del corazón de Cristo porque sigue latiendo por los perdidos diciendo: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.
 
Dios te dio el mensaje, Dios te dio la nueva vida, Dios te dio el poder para ser testigo. Resplandece como hombre santificado y sé un testigo de la vida abundante de Cristo.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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