“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 8:38-39.

Los cristianos romanos de la época de Pablo estaban pasando por situaciones muy difíciles. Tal vez muchos de ellos podrían estar pensando que el Señor los había abandonado. Por eso el apóstol toma tiempo para escribirles y dejarles saber que no hay nada ni nadie que pueda separarlos de Cristo y de su amor inquebrantable.

Comienza diciéndoles que ni la muerte, ni la vida podrían separarlos del amor de Dios. Quería darles la seguridad espiritual de que sin importar cuales fueran las circunstancias por las que estuvieran pasando, podían estar seguros y confiados  en el amor del Señor.

Ni ángeles, ni principados, ni potestades. Hay un mundo espiritual invisible que la Palabra de Dios nos ha revelado. Satanás y sus secuaces trabajan sin descanso para arrastrar a las personas hacia la condenación eterna, pero ninguno de ellos puede tocar a un hijo de Dios. El amor del Señor nos cubre y podemos descansar bajo su protección.

Ni lo presente ni lo porvenir. “Ni el presente con su inestabilidad, ni el futuro con su incertidumbre” dijo un erudito bíblico. Nuestro presente y nuestro futuro están en las manos del Señor. Él es sabio, soberano y en su providencia ha diseñado un plan perfecto para nuestras vidas.

Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada. Imagina cualquier cosa que pudiera ser un problema muy grande e inmediatamente verás a Dios más grande, mal alto y más profundo. Él es Todopoderoso.

Cualquier situación que pudiéramos estar pasando encajaría en alguna de estas categorías, pero ninguna puede separarnos del amor de Dios.

¿A qué le temes? ¿A la muerte, al diablo, al futuro, a algunas personas? El apóstol Juan también dice que “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18a). Si tu prioridad es recibir y disfrutar el amor de Cristo, verás que todos esos temores comenzarán a desvanecerse, y podrás experimentar la verdad de que “en todas las cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (v. 37).

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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