«Amado Dios, hoy vengo a ti herido, con mi corazón lastimado, y casi sin fuerzas para poder continuar, reconociendo que te necesito urgentemente. Vuelvo ante tu altar para postrarme ante tu presencia y pedirte que, por favor, tomes mi corazón en tus manos y lo restaures, pero sobre todo, que me abraces. Dios, mío, anhelo sentir el abrazo del Padre que susurre a mi oído cuánto me amas y que todo lo estás haciendo nuevo. Lléname hoy con el amor que brota directamente del corazón del Padre y dame nuevas fuerzas para continuar caminando en tu voluntad, amén.»

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