“Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Mateo 14:26-27.

Las tormentas tienden a nublar nuestra visión. Les pasó a los discípulos en alta mar. Conocían el Mar de Galilea como la palma de su mano. Más de una vez habrán tenido que luchar contra alguna tempestad, pero esta tormenta parecía de las peores. Fatigados de tanto remar y ver que no avanzaban, comenzaron a desesperarse. Necesitaban ayuda urgente. Entonces llegó Jesús… pero los discípulos no pudieron reconocerlo.

¿Un fantasma? ¿En serio? ¿Después de tanto tiempo de estar con Jesús? Está claro que ellos no estaban esperando al Señor. Tal vez olvidaron cuánto poder tenía el Hijo de Dios.

La verdad es que nosotros no somos muy diferentes. ¿En cuántas tormentas olvidamos que el Señor siempre está a nuestro lado? A veces hasta llegamos a dudar de su poder para rescatarnos. Pero Él siempre llega a tiempo para extendernos su mano y salvarnos.

El Señor se dirigió a los discípulos en medio de la tempestad con estas palabras a las que también debemos prestar atención:

“Tened ánimo”. Nos exhorta a cambiar la desesperación por esperanza.

“Yo soy”. Él es el Yo Soy siempre presente. “…el mismo, ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8).

“No temáis”. Debemos entregarle al Señor todo lo que nos preocupa y aprender a descansar en Él. Al poner nuestra confianza en Cristo los temores empiezan a desaparecer.

Cuando nuestra esperanza parece hundirse, cuando nuestros recursos para hallar la salida se agotan, el Señor se hace presente y toma el control con su poder.

Que hoy puedas encontrar el descanso que viene de saber que el Hijo de Dios tiene el poder para calmar toda tormenta que pueda azotar tu vida. Confía y descansa en Él.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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