«Santo Dios, te doy gracias, porque a pesar de que yo te fallo, tú sigues siendo fiel. Estoy maravillado por ese gran amor que me has demostrado y en respuesta a ese amor, hoy decido postrarme ante tu presencia y en un acto de adoración, entregar a ti mi vida entera, sin condición alguna. Por ello, te ruego que me limpies de todo pecado con tu sangre preciosa y me hagas agradable para ti. Sana mi corazón de todo lo malo y te ruego, que me recibas como un perfume de olor grato para ti, amén.»

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