“Después de Aod fue Samgar, hijo de Anat, quien rescató a Israel. En una ocasión mató a seiscientos filisteos con una aguijada para bueyes”. Jueces 3:31.

Después que murió Josué, el sucesor de Moisés que introdujo a Israel en la tierra prometida, Dios levantó jueces para liberar al pueblo de la opresión de sus enemigos. Samgar fue uno de ellos. Es interesante notar que el significado de su nombre en hebreo es “El que huye”. El nombre que le habían puesto sus padres no concordaba con el llamado de Dios para él. Samgar tuvo que ir en contra de su propia identidad para ser vencedor. Yo le cambiaría el nombre por “No-más-Samgar”. ¡Qué valiente resultó este juez!

Durante una batalla, este campesino mató a 600 enemigos solo con una vara larga con punta de hierro que usaba para arrear a los bueyes. Seiscientas personas son un gran batallón. Si recuerdas, este era el número del ejército de David antes de ser nombrado rey. ¡Una persona puesta en las manos de Dios puede más que un numeroso batallón de soldados adiestrados para la guerra!

Presta atención al instrumento con el que libró esa batalla, una aguijada. Por favor, busca en Google una imagen de este instrumento y podrás decir conmigo: “¿Con esto mató a 600 filisteos…?” ¡Tremendo!

¿Y por qué una aguijada y no una espada? Es que los filisteos siempre le quitaban las armas y hasta los herreros a Israel. Entonces, como no había espadas, había que usar lo que tuvieran a mano. El instrumento que servía para que los bueyes hicieran el trabajo ¡se convirtió en un arma mortal!

Cuántas veces nos sentimos como una aguijada cuando el Señor nos llama a hacer algo para Él y decimos: “Yo no sirvo para esto”, “no soy apto para este trabajo”, “nunca enfrenté a grandes desafíos…”. Cuando el Señor nos llama a hacer algo, no se trata de nosotros, sino de Quien nos capacita. No importa el instrumento cuando es Dios quien da la fuerza y el poder.

Cuanto más insignificante es el instrumento, más gloria trae al Señor. Sansón mató a mil con una quijada de burro, Dios habló a Balaam por medio de una burra, una simple piedra derribó a Goliat. El poder de Dios es el que hace útil a un simple instrumento.

Dios quiere usarte para su gloria. No huyas más de su llamado. Confía en quién te dice el “Yo Soy está contigo”. ¡Todo lo puedes en Cristo que te fortalece!

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp