“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Proverbios 16:32.

De acuerdo con este versículo, el secreto de la fortaleza y el poder no está en controlar a otros sino en controlarnos a nosotros mismos. El rey Salomón dice que es más fuerte el que puede enseñorear su espíritu que el que toma una ciudad entera.

La palabra enseñorear en hebreo es mashal que significa “gobernar, apoderarse, dominar, regir, reinar”. Se refiere a una persona que puede tomar decisiones sin ser gobernado por sus pasiones, deseos y sentimientos. ¿Es posible? Humanamente no, sobrenaturalmente sí.

Cuando aceptamos a Cristo como Salvador y Señor de nuestra vida, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros para transformarnos, guiarnos y ayudarnos, siempre que nos rindamos a su gobierno. No se trata de cambiar a través del autocontrol, esto no es efectivo. Solo el Espíritu Santo puede equiparnos con dominio propio.

¿Quién controla tu vida? ¿Tus deseos, los del mundo, los del diablo? ¿Se manifiesta la obra del Espíritu  Santo en tu carácter, palabras y conducta? Tal vez necesitemos hacer una nueva “rendición”, entregando el control al Espíritu Santo para dar lugar a su guía permanente. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” (Romanos 8:14).

Es cierto, el mundo sería muy diferente si todos pudiéramos enseñorearnos de nuestro espíritu, pero el cambio es posible uno a uno. Que empiece por ti y por mí. Que hoy el Espíritu Santo nos controle para que nuestra vida refleje que somos verdaderos hijos de Dios.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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