“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.” Isaías 40:28.

El-Olam es uno de los nombres de Dios. En hebreo, El significa Dios, y Olam “sempiterno, siempre, continuo, eterno, perdurable, permanecer, perpetuo”. La eternidad es difícil de entender para nosotros que nacemos y vivimos en un mundo temporal. Para nosotros todo tiene un principio y un fin. Sin embargo, el Señor no está sujeto a nuestro tiempo. Él es el Dios siempre presente, que permanece inalterable, que siempre existió, existe y existirá.

No estamos creyendo en alguien que no sabe nada del pasado o que desconoce el futuro. Nada toma a Dios por sorpresa. Él sabe exactamente todo lo que sucederá. Sus planes ya están trazados y se cumplirán cada uno de ellos.

Isaías usa el nombre El-Olam para afirmar la fe de su pueblo. Después de tantos años de desolación, desarraigo y esclavitud, viene la restauración. Los tiempos de prueba no son eternos, los momentos de incertidumbre llegan a su fin, y Dios cambia la tristeza por gozo y consuelo.

Debemos recordar siempre en quién estamos creyendo. Muchas veces, al atravesar serias dificultades, nuestra mente finita piensa en Dios como alguien con límites, que necesita un plan B por si algo le sale mal. No, no hay posibilidad de que Él falle o no sepa qué hacer.

Porque Él es eterno, también lo es su sabiduría, poder, amor y cuidado. El Señor está pendiente de ti en medio de cualquier circunstancia. Sus brazos incansablemente te sostienen.

“El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos.” (Deuteronomio 33:27). Desde la eternidad de Dios, tenemos un refugio asegurado para siempre, y aquí abajo, sujetos a tiempo y espacio, permaneceremos seguros en sus brazos eternos.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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