“Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia… Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.” Génesis 15:6,12.

Dios le dijo a Abram que le daría una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo, y para confirmar esta promesa el patriarca debía presentar un sacrificio y esperar en la presencia del Señor. Así que el padre de la fe preparó el altar y los animales para el sacrificio y esperó, pero solo había silencio. Siguió esperando y nada. Miraba hacia los cielos pero no había respuesta.

Entonces Abram tuvo sueño. Sí, el padre de la fe empezó a dormirse durante el tiempo devocional… La palabra “sueño” en hebreo es tardemá que significa “letargo, entorpecer”. ¿Te resulta familiar? Por supuesto, seguramente durante un tiempo de oración, en donde nos hemos acercado al Señor con el deseo de escucharlo, de pronto el sueño parece dominarnos.

Abram no solo tenía sueño, también sentía temor porque podía ser atacado por un animal salvaje. Entonces, en ese momento, Dios intervino dándole una revelación tremenda de lo que le acontecería a su descendencia en los próximos ¡cuatrocientos años! ¡Menos mal que el patriarca pudo mantenerse despierto! Allí mismo Dios hizo un pacto con Abram prometiéndole, no solo una innumerable descendencia a través de la que Él se iba a glorificar, sino también la configuración del territorio que le daría por haberle creído.

¡Qué aplicación tan clara para nosotros! Cuántas veces nos hemos presentado ante el Señor con nuestras preguntas, peticiones e inquietudes y creemos que Él nos va a responder, pero durante la espera entramos en un período de adormecimiento, letargo, y finalmente se produce la desconexión con el Señor. Él se ha quedado con la respuesta en sus labios porque no hemos podido perseverar hasta escuchar su voz.

En el Salmo 40:1 leemos: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor”. David sabía que la clave para escuchar a Dios era permanecer con paciencia en su presencia. Muchas veces el Señor nos prueba para saber hasta qué punto estamos interesados en conocer lo que tiene que decirnos. Toda espera que Él permite tiene un propósito.

No permitas que el adormecimiento se apodere de tu alma. Sigue orando, intercediendo, clamando, que el Señor ha oído tus ruegos y la respuesta está en camino.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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