“Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del peso que nos estorba… y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe…” Hebreos 12:1-2b.

Las carreras se han convertido en una parte importante del mundo de los deportes. También fueron un evento popular en tiempos bíblicos. Por eso los escritores del Nuevo Testamento hablaban a menudo de la carrera suprema, la carrera de la vida.

Si le entregaste tu vida a Cristo, has sido llamado a correr esta carrera. No se trata de quién corre más rápido o a cuántos logramos adelantar, sino de llegar a la meta. Pero déjame preguntarte: ¿Sabes por qué estás corriendo? ¿Cuál es tu motivación?

Muchas personas retroceden o abandonan la carrera espiritual por no poder responder correctamente a estas preguntas. Son aquellos que hoy corren y mañana piensan que es mejor tomarse un “tiempo sin Dios”. Son seducidos y engañados por Satanás que sabe usar la “filosofía que rige este sistema” para tentarnos y hacernos retroceder. Presta atención a estas trampas:

– El relativismo cultural, donde “no hay verdad absoluta”. (Isaías 59:15; Romanos 1:18).
– La entronización del “yo”. Hoy por hoy todo parece estar centrado en uno mismo. Escuchamos diariamente frases como: “Nadie puede enseñarme”. “Sé más que tú”. “Ellos están equivocados”. “Tú no puedes decirme como vivir mi vida”. “Es mi verdad”.
– La trampa de las exigencias diarias que cambian nuestras prioridades.
– Los nuevos modelos de familia. Etc.

Sí, los ataques son fuertes, pero hay un poder mayor en cada hijo de Dios. En 1 Juan 4:4b leemos: “Porque mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo”. No estás corriendo sin asistencia. El Espíritu Santo habita en ti para ayudarte durante la carrera y asegurarse de que alcances la meta.

“Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Hebreos 10:39. ¡No mires hacia atrás, el premio está adelante! Sigue con los ojos puestos en Jesús.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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