“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4:6-7

La palabra afán en griego es merimna que significa “atraer en diferentes direcciones, distraer, ansiedad, tener congoja”. Nunca nos faltarán preocupaciones, pero no podemos dejar que ellas nos perturben al punto de perder el control y olvidarnos de Aquel está a cargo de nuestra vida.

El apóstol aprendió a canjear preocupaciones por oraciones. Este versículo lo escribió desde una fría celda romana esperando una sentencia. ¡Un preso a punto de ser enjuiciado te dice que no debes estar ansioso! ¡Wow! Esa actitud nos demuestra que aquellos que depositan su confianza en Dios pueden experimentar descanso.

El Padre Celestial está atento a las necesidades de sus hijos y nos llama a dejar nuestras cargas en Él. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Mateo 11:28. Debemos invertir más tiempo en su presencia porque de allí vendrán las respuestas y la paz que necesitamos.

¿Hay alguna preocupación que te está desbordando? Recuerda la enseñanza de Jesús. “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis?… No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?… vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:26, 28, 31,32, 34)

Comienza esta semana poniendo tus necesidades en las manos del Señor. No permitas que la ansiedad se apodere de ti. Dale gracias a Dios por lo que hará y lo verás obrar. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria… por los siglos de los siglos. Amén”. Efesios 3:20-21.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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