“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro… se le apareció el Ángel de Jehová en una zarza… Dijo luego Jehová: He visto la aflicción de mi pueblo… Ve, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.” Éxodo 3:1-2, 7, 10.

Moisés había sido enseñado en las mejores escuelas de Egipto. Fue llamado hijo de la hija de faraón. Posiblemente un aspirante al trono. Sin embargo, un día supo que los esclavos eran su verdadero pueblo y todo cambió para siempre.

En Éxodo 2:11-15 leemos: “En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto. Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.”

Póngase en el lugar de Moisés y piense lo que habrá pasado por su cabeza: ¿Por qué Dios no intervino si lo único que quería era ayudar a Su pueblo? ¿Cómo es que de las cosas buenas nadie se entera, pero hago algo mal y todo el mundo lo sabe? ¿Qué voy a hacer ahora, no puedo volver al palacio porque me matarían y no puedo ir al pueblo hebreo porque no es seguro? Así es que no tuvo otra salida que huir.

Mientras Moisés no sabía que hacer con su vida, Dios lo estaba inscribiendo en “Su escuela”. Allí permanecería por varios años, hasta estar listo para lo que el Señor le tenía preparado.

No siempre entendemos cómo actúa el Señor. Él mismo dice: “Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos -dice el Señor-. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos.” Isaías 55:8-9. Pero hay algo que sí sabemos, y es que siempre tiene un propósito en todo lo que hace.

Dios tenía una nueva etapa para Moisés. ¡De hecho fue la mejor de su vida! Llevó a Israel de Egipto a las puertas de la tierra prometida.

¿Tienes proyectos que no avanzan? ¿Parece que todo te sale mal? ¿Las respuestas que esperas no llegan? Dios está trabajando en tu vida a su manera, y aunque no puedas entender todo lo que está haciendo, debes estar seguro y confiado de que Él sabe para qué te está preparando.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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