“Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás”. Salmo 50:15.

Dios sabe que algunas veces tenemos nuestros “días de angustia” y Él no pasa por alto nuestras aflicciones. “Angustia”, en el original hebreo, significa “estar en aprieto, en medio de un problema, confrontado por un rival; aflicción, calamidad, conflicto, tribulación, padeciendo una venganza”. ¿Te sientes identificado con algunos de estos significados?

Cuando estamos en aprietos por circunstancias desfavorables como una enfermedad, un problema laboral o económico, sentimos angustia principalmente porque no sabemos lo que nos espera en los días por venir. Sin embargo, creo que hay una aflicción más difícil de sobrellevar y es la provocada por una persona que nos conoce, tal vez un familiar, un amigo o un hermano.

El dolor en el alma puede llegar a ser más intenso que el dolor en el cuerpo. Cuando alguien que aparentemente era amable, atento, amigable, de pronto actúa como nuestro enemigo, nos produce un tipo de angustia difícil de describir con palabras y si no la tratamos debidamente, puede provocarnos un daño mayor y abrir nuestro corazón al rencor.

En ese momento es cuando Dios nos dice: “Ven a mí, dame tu carga, entrégame tu angustia y deja que yo me haga cargo”. Cuando le damos lugar para actúe como Él cree que es mejor, cuando dejamos de luchar en nuestras fuerzas y damos lugar a la justicia de Dios, entonces podemos experimentar paz.

¿Cuál es el fin de todo este proceso? Dios dice: “Tú me honrarás”. Le vamos a alabar por lo que habrá hecho a nuestro favor. Podremos proclamar su salvación y liberación de nuestra angustia.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
Adquiera el libro en Amazon

compartir por messenger
compartir por Whatsapp