“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14.

Tristemente, son muchos los que se pierden, lo dijo Jesús. Eso significa que no todos gozarán de la eternidad al lado del Señor, aunque Él ama a todo el mundo.

Entrar por la puerta estrecha significa arrepentirnos de todos nuestros pecados y vivir la vida según las normas que fijó Dios. Siguiendo la analogía de Jesús, no se puede “customizar” la puerta. No puedo idear una salvación según mis deseos, tomando lo que me conviene y rechazando lo que no me gusta. Las bendiciones sí, las demandas no; el amor sí, la responsabilidad no. Cuando recibo a Jesús como mi Salvador, estoy entregando mi vida de manera incondicional a Él.

A veces somos tentados por el diablo para “ampliar” la puerta estrecha. Hay pseudos predicadores que nos ofrecen puertas personalizadas, hechas a nuestra medida. El mensaje es: “No hace falta dejar todo, puedes pasar con mucho equipaje, incluso con el que no está permitido”, pero nunca te van a decir que lo que te espera detrás de esa puerta es un camino ancho que te lleva a la perdición eterna.

Cuando “pasamos por la puerta estrecha”, debemos dejar todo en el umbral. No podemos pasar con nuestras mochilas cargadas de autojustificación, autocomplacencia, narcisismo, materialismo, hedonismo. No podemos entrar con nuestros carruajes de soberbia, orgullo, vanidad. Ni siquiera una billetera. Nada. Todo se debe entregar. ¿Alguna vez pasaste por el detector de seguridad de un aeropuerto? Tienes que depositar todas tus cosas metálicas en una caja, pasar a través de una puerta angosta que te delata si quieres llevarte algo no permitido. O pasas por el detector, o no subes al avión.

No podemos cambiar la puerta, no podemos ensanchar el camino, no podemos customizar la entrada. Jesús dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9).

El mensaje sigue siendo el mismo: Arrepentirnos de nuestros pecados, poner nuestra fe en Jesucristo porque solo Él murió por nosotros, y caminar al ritmo del Espíritu Santo quien nos guiará por el camino angosto.

¡Elige la puerta correcta!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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