“Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.” Marcos 7:32-35.

Jesús conocía las intenciones de los corazones, no había nada que la gente pudiera hacer sin que Él lo supiera; por eso muchas veces actuó de manera inesperada, diferente, hasta contracultural. El Señor quería dejar en claro con palabras y acciones que era y es Soberano.

En cierta ocasión le trajeron una persona sordomuda para que la sanara, y llama la atención que le rogaran que “le pusiera la mano encima” como método de sanidad. Venían con la idea preconcebida que para que el necesitado recibiera un milagro debía hacerse así. Pero el Señor actuó de una manera que estoy seguro los dejó boquiabiertos (incluso a nosotros cuando leemos este pasaje). Necesitamos volver al comienzo del texto para saber que no nos equivocamos en la lectura: ¡Jesús le metió los dedos en las orejas!

Mientras las personas estaban mirando perplejas cómo Jesús estaba atendiendo al sordomudo, los volvió a sorprender con una acción más extraña todavía: ¡Jesús pone de su saliva en la lengua del enfermo! Con estas acciones Jesús demostró que no era el método sino su poder el que obra milagros.

¿Qué estaríamos dispuestos a aceptar para recibir un milagro del Señor? ¿Lo estamos condicionando a las formas que nosotros creemos que deben hacerse las cosas? Hasta que no dejemos de imponerle la manera en la que tiene que obrar, puede ser que nos quedemos sentados esperando el milagro sin ver nunca la respuesta.

Para Dios, lo más importante es nuestro sometimiento a su voluntad, nuestra obediencia a su Palabra, la sujeción de nuestros deseos a los suyos. Cómo hará su obra, es asunto puro y exclusivo de Él.

Que hoy el Señor encuentre humildad y fe en nuestros corazones, ingredientes indispensables para que realice su obra en nosotros. Las formas déjaselas a Jesús, Él sabe cómo intervenir en tu vida.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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