“Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú…?” Salmo 35:10.

¿Sabes por qué los judíos balancean su cuerpo mientras oran y recitan pasajes bíblicos? Según los rabinos, es justamente en cumplimiento de este salmo. Ellos dicen que alaban a Dios con todo su cuerpo, y cada uno de sus huesos exclama: “¿Quién como tú?”

Esta frase expresa la grandeza de un Dios incomparable, a quien aprendemos a conocer a través de la Biblia y por sus intervenciones poderosas en nuestra vida. Pero también es una declaración de fe y confianza, cuando todavía no tenemos las respuestas a nuestras peticiones.

Cuando David escribió este salmo estaba siendo perseguido. Él no había provocado esa situación (v. 7), incluso el texto parece indicar que las personas que lo rodeaban se hacían pasar por sus amigos cuando en realidad buscaban su destrucción. Entonces David clamó a Dios por ayuda, y seguro de que intervendría, exclamó: “Jehová, ¿quién como tú?”

La ayuda que pueden ofrecernos nuestra familia o nuestros amigos es limitada. El único que puede ayudarnos siempre y de manera incondicional es el Señor. Él siempre está dispuesto y preparado para ayudarnos en nuestros momentos difíciles. Por eso podemos exclamar: “Jehová, ¿quién como tú?”

Observa algunos pasajes de personas que exclamaron esta frase al ver las obras sobrenaturales de Dios.

“¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?” Éxodo 15:11.

“Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso. Tú has hecho grandes cosas; oh Dios, ¿quién como tú?” Salmo 71:19.

“Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te rodea.” Salmo 89:8.

“¿Quién como Jehová nuestro Dios, que tiene su trono en las alturas, pero se digna inclinarse para ver

lo que ocurre en el cielo y en la tierra?” Salmo 113:5-6.

¿No te motivan estos pasajes bíblicos a alabar al Señor, reconociéndolo como el único Todopoderoso? Todo nuestro ser, ¡incluyendo nuestros huesos!, deben manifestar que no hay nadie como nuestro Dios. ¡Quién como tú!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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