“Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.” Judas 1:21

Cuando era adolescente, fui a ayudar a un familiar que había comprado un campo y necesitaba remover la tierra para hacer un pequeño huerto. Mientras cavaba, por el ruido, creí que había tocado algún elemento de vidrio, entonces las personas que estaban conmigo me dijeron que me detuviera y tratara de sacar con cuidado lo que estuviera enterrado. Para nuestra sorpresa era una botella de salsa de tomate que estaba intacta, y según los campesinos, lista para usarse. No sabíamos cuánto tiempo había estado allí, pero la manera de prepararla y cerrarla herméticamente la había conservado en perfecto estado.

Judas, el hermano de Jesús, escribe esta pequeña epístola exhortándonos a “conservarnos” en el amor de Dios. Esta palabra en griego es teréo y significa “guardar de pérdida o daño, preservar, mantener custodiado, reservar”.

Vivimos en un mundo corrompido, donde diariamente estamos expuestos a diferentes “agentes contaminantes” que quieren destruir lo que Dios ha depositado en nuestro corazón, por eso el Señor nos ha provisto de un conservante extraordinario: su amor eterno. Ese amor se cree, se recibe, se vive y se experimenta diariamente, de esa manera podemos preservar lo que nos ha sido dado.

No te canses de proteger lo que Dios te ha regalado. Evita lo que puede contaminar tu corazón. Pablo le dijo a Timoteo: “Consérvate puro” (1 Ti. 5:22). Sí, es la misma palabra griega. Si nos enfocamos en mantenernos puros, el diablo tendrá menos oportunidad de corromper nuestro corazón.

Pasa tiempo en la presencia de Dios, y si te das cuenta de que algo está interfiriendo tu relación con Él, toma la decisión de quitarlo de tu vida. Consérvate en el amor de Cristo porque la eternidad está más cerca de lo que imaginas.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
Adquiera el libro en Amazon

compartir por messenger
compartir por Whatsapp