“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”. 2 Pedro 1:5-7.

En este pasaje se nos exhorta a revisar nuestras virtudes cristianas y a desarrollarlas si acaso no mostramos señales claras de crecimiento. A la fe inicial, la que comenzamos a desarrollar desde el mismo momento en que entregamos nuestra vida a Cristo para que sea nuestro Salvador y Señor, debemos “añadirle” otras virtudes.

La palabra griega para añadir es epijoregeo que significa “sumar a lo que está, suplir completamente, contribuir a lo establecido”. Aplicado al contexto de este versículo, significa desarrollar una virtud mediante el ejercicio de otra. En la antigüedad se usaba la palabra epijoregeo cuando se buscaba ensamblar las voces de un coro para que suenen en perfecta armonía.

Pedro usa esta palabra para exhortarnos a ensamblar todas las virtudes cristianas de modo que resulten en perfecta armonía. De nada sirve tener una voz principal excelente si el resto del coro desafina. Podemos tener mucho conocimiento, pero si no “entonamos” bien en el amor, sonamos como címbalo que retiñe.

Te invito a que tomes un tiempo para analizar cómo están “sonando” tus virtudes y cuáles de ellas tal vez necesitan ser perfeccionadas. Si somos sinceros, sabremos exactamente en qué debemos crecer.

Permítele al Espíritu Santo obrar en tu vida. No cierres tus oídos a su voz y sigue creciendo.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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