“El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma.” Salmo 138:3

El salmista David pasó por muchas situaciones difíciles. En ocasiones sentía que no tenía fuerzas para luchar, pero era en esos momentos donde experimentaba la ayuda de Dios.

David tuvo que batallar contra su propio hijo que había levantado al pueblo para que se opusiera a la autoridad de su padre. También contra un primo que estaba en contra de su reinado. En otras ocasiones tuvo que enfrentar a sus propios amigos, esos a los que les compartía sus pensamientos más personales, en quienes había depositado su confianza, y sin embargo lo traicionaron. Y qué decir de los enemigos de Israel que atacaban de manera sorpresiva y no permitían que David bajara ni por un momento la guardia.

Así que el salmo 138, uno de los últimos de David, expresa claramente la ayuda y las fuerzas que recibía cada vez que debía enfrentar una batalla, usando la frase: recibir “vigor a su alma”. La palara hebrea para “vigor” es rajáb que significa “hacer osado, envalentonar, asegurar, levantar”. ¡La valentía venía del mismo Señor!

A nosotros muchas veces nos pasa lo mismo que a David. Nos quedamos sin fuerzas, sin motivaciones, incluso nos llenamos de ansiedad y temores. Pero podemos levantar los ojos al cielo y clamar a nuestro Dios Todopoderoso. Su ayuda siempre llega a tiempo, sus salidas son oportunas, y nos capacita con valentía para seguir adelante y hacer su voluntad.

No bajes los brazos. Sigue confiando en Aquel a quien le has clamado. Dios no se ha olvidado de ti. ¡Hoy llenará tu alma de su vigor sobrenatural!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
Adquiera el libro en Amazon

compartir por messenger
compartir por Whatsapp