“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” Juan 16:7.

Imagínate la escena. Los discípulos se acaban de enterar de que Jesús ya no estaría con ellos. Hacía tres años y medio que estaban juntos, y cada día era una nueva oportunidad para ver las manifestaciones gloriosas del Hijo de Dios. Sus palabras, su compasión, su sabiduría, su poder… ¡Cuántas cosas para aprender y en las que pensar! Pero ahora el Maestro ya no estaría con ellos, nada sería igual. La tristeza llenó el alma de cada discípulo.

Sin embargo, Jesús irrumpió con una declaración que los dejó perplejos: “Les conviene que me vaya…” ¿Nos conviene? ¿En serio? La palabra “conviene” en griego es sumféro que significa “ser ventajoso; mejor, de mayor beneficio, provechoso”. En realidad, el Señor no los dejaría solos, enviaría al Espíritu Santo para hacer morada en ellos y esto sería provechoso.

¡Qué tremenda conveniencia! El mismo autor de la Biblia ahora está trabajando en nuestro espíritu, el mismo que inspiró a profetas y sacerdotes para hablar de parte de Dios está ahora en nosotros guiándonos, hablándonos y movilizándonos para hacer la voluntad de Dios.

Pero claro, todas estas bendiciones espirituales están a disposición… de todo aquel que cree. Hay que poner la fe en marcha. En primer lugar, creyendo que Él habita en nuestro espíritu y quiere tener una relación estrecha con nosotros. A partir de allí, cada día necesitamos profundizar esa relación en oración y meditando en la Palabra. Y otro detallecito… Hay que obedecerlo.

¿Deseas esta vida de fe, plena en el Espíritu? Comienza a orar y dale tiempo al Espíritu Santo para que te hable, porque lo hará. Entrégale todo tu ser. Vive la vida abundante que Cristo nos prometió a través de Su Espíritu Santo.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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