“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”. Filipenses 1:9-10.

Debemos estar agradecidos por personas como el apóstol Pablo que pueden abrir sus corazones y expresar sinceramente lo que sienten dirigidos por el Señor. Este hombre de Dios dice que estaba orando constantemente por los hermanos y hermanas de Filipos para que su amor abunde “en ciencia y conocimiento”.

Generalmente escuchamos que nuestro amor debe abundar más en buenas obras, pero el enfoque del apóstol es otro. Él desea que cada miembro del cuerpo de Cristo pueda tener un amor anclado a la Palabra de Dios, equilibrado por el conocimiento espiritual, dirigido por el consejo del Espíritu Santo. Interesante punto. No es cuestión de seguir únicamente la frase de Agustín de Hipona que dijo: “Ama y haz lo que quieras”. Necesitamos darle un curso correcto a nuestro amor, porque en nombre del amor podemos estar haciendo cosas fuera de la voluntad de Dios.

Nuestro máximo referente de amor sin duda es Dios, que entregó a su propio Hijo para salvarnos y colmarnos de bendiciones cada día. Sin embargo, Él mismo tiene un carácter santo que no le permite ser displicente, permisivo y condescendiente con el pecado. Por eso es que nos ha dejado por escrito su voluntad en la Biblia para que lo imitemos a Él como hijos amados (Ef. 5:1). Si Dios ama de manera perfecta, ¿por qué nosotros haríamos cosas que Él ha prohibido?

El propósito de ajustar nuestro amor al conocimiento de Dios es que podamos siempre “aprobar lo mejor”. La palabra aprobar en griego es dokimadzo que significa “poner a prueba, saber distinguir, examinar correctamente, distinguir lo bueno de lo malo”. Necesitamos saber aprobar lo correcto. Pablo dice en Romanos 14:22: “Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”.

Necesitamos amar más, pero sabiamente. Los parámetros del verdadero amor no están en la filosofía actual, donde se confunde el amor con tolerancia, indiferencia, displicencia y libertinaje. El Espíritu Santo nos llevará siempre a la Palabra de Dios, nos recordará versículos apropiados y oportunos para actuar con sabiduría en relación con nuestro cónyuge, nuestros hijos, familiares, compañeros de trabajo y estudios, amigos y hermanos en Cristo.

El resultado será “sinceros e irreprensibles”. Un hijo de Dios que aprueba lo mejor siempre será sincero, sin ocultar la verdad pero dicha con amor (Ef.4:15). Será un instrumento del amor y misericordia de Dios. Además irreprensible. Nadie tiene nada de qué agarrarse para acusarlo. Su testimonio estará sometido a Dios y respaldado por Su Palabra. Porque al fin lo que más importará será que seamos aprobados por el Dios que sabe amar verdaderamente.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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