“Jehová el Señor me ha dado una lengua de sabios, para saber cómo consolar a los cansados. Todas las mañanas despierta mis oídos para que escuche como los sabios. Dios me ha abierto los oídos…”. Isaías 50:4-5ª.

¿Sabes quién pronunció estas palabras? ¡Jesús! Si sigues leyendo los siguientes versículos sabrás que habla el Mesías sufriente, el que entregó su vida en rescate por muchos. Vuelve a leer el versículo ahora teniendo en mente que lo dice el Salvador del mundo.

El Mesías habló proféticamente de su maravillosa, profunda y diaria relación con el Padre. “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” (Marcos 1:35). “Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.” (Lucas 5:16). El Mesías podía hablar con la lengua de los sabios porque todos los días aprendía a oír a Dios.

¿Jesús necesitaba orar? No como Hijo de Dios, porque en esencia era el mismo Dios, pero humanamente sí, tal como nosotros. Lo hizo por Él, pero también para dejarnos ejemplo de la tremenda necesidad de comunión íntima con el Padre.

Si le dedicáramos tiempo y nos acercáramos más a Él, el resultado sería una mente y un espíritu alineado con la voz de Dios, sensibilidad a su presencia y obediencia.

Alimenta tu relación con el Señor cada día. Despierta cada mañana dispuesto a oírle. Él te dará entendimiento de su voluntad y llenará tu vida de sabiduría.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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