“Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Y la sujetarás con un cordón azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará.” Éxodo 28:36-37.

Dios mismo le dijo a Moisés cómo debía construir el Tabernáculo, incluyendo las vestiduras de los sacerdotes. No dejó nada a libre elección o deseo del pueblo, sino que les ordenó cumplir con todo. Y Moisés siguió todas las indicaciones.

Dios tenía un propósito con todo lo que había ordenado. Cada elemento del Tabernáculo, incluso, es un símbolo de la obra de Cristo para redimir a la humanidad. Por eso hay que prestar atención a las enseñanzas que tiene para nosotros.

Es el caso de las vestiduras del sumo sacerdote, el principal de los levitas a cargo de la alabanza y adoración a Dios. En los versículos que mencionamos al principio Dios mandó que tuviera una mitra, un sombrero, con un detalle muy especial, visible para todo el que lo observara. En la parte frontal de la mitra debía incluirse una placa de oro con la frase: “Santidad a Jehová”. ¿Qué enseñanza nos deja esto?

No es difícil la aplicación de este símbolo para nosotros. Como creyentes en Cristo, hemos sido constituidos sus sacerdotes desde el momento que recibimos a Cristo como nuestro Salvador y Señor. Observa cómo lo dice Juan: “Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” (Apocalipsis 1:5-6).

Como sacerdotes de Dios somos llamados a vivir en santidad y la santidad comienza en nuestra mente. No es en las acciones, porque ellas son resultado de lo que procesamos en nuestra mente (Romanos 8:5-9). Podemos cantar bonito, ayudar a los necesitados, servir a todo el mundo, pero si nuestros pensamientos son pecaminosos, de nada sirve todo lo que hagamos.

Dios nos llama a santificar nuestra mente. ¿Cuáles son los pensamientos santos? Pablo lo dice claramente: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8).

¿Qué piensas las 24 horas del día? ¿En qué te concentras durante tus tiempos de ocio? Las canciones que retumban en tu mente, ¿glorifican a Dios? ¿Qué imágenes grabas en tu mente después de estar conectado a internet? ¿En qué tipo de lectura te enfocas? Las respuestas a estas y otras tantas preguntas te indicarán si tu mente está siendo santificada.

Tenemos ayuda sobrenatural, el Espíritu Santo es el encargado de perfeccionar la santidad en nuestras vidas. Si nos relacionamos más profundamente con Él, si le encomendamos nuestros pensamientos, y dejamos que nos guíe a toda verdad, entonces nuestra mente será un tabernáculo de Dios, un lugar de alabanza permanente para su gloria.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
Adquiera el libro en Amazon

compartir por messenger
compartir por Whatsapp